Aquellos pequeños canillitas...

"Soy canillita gran personaje con poca guita y muy mal traje. Algo travieso desfachatado, chusco y travieso; gran descarado."
Así iniciaba el dramaturgo uruguayo Florencio Sánchez las primeras cuartetas de su obra "Canillita", dándole origen al nombre, según su estampa de niño de piernitas flacas, del protagonista que voceaba por las calles los diarios a la venta.
La palabra "canilla" deriva del latín "canella", diminutivo de "canna" (caña, en español), lo cual tiene concordancia con la definición de la Real Academia: “Cada uno de los huesos largos de la pierna o del brazo, y especialmente la tibia”.
Siete años antes de que naciera Florencio Sánchez, Manuel Bilbao ideó la forma de venta directa de diarios en Buenos Aires, lanzando a las calles al primer pibe el 1° de enero de 1868. El niño iba vociferando "¡Compre La República!" "¡La República, a medio peso!". Se subsanaba así el arcaico sistema de recibir los periódicos por suscripción, a través del correo, lo que implicaba leerlos con atraso, a menos que se pasara personalmente por la imprenta a retirarlos. El joven cobraba menos que el correo, pero la venta ambulante se convertiría en un gran negocio para Bilbao y el lector recibiría el diario en el acto y más barato. Fue tan grande el éxito que la competencia imitó el sistema de inmediato y cientos de jóvenes encontraron la forma de arrimar unos centavos a sus menesterosos hogares. Ser canillita implicaba un diario trabajo callejero, de lunes a lunes, sin descanso, y se complicaba si había ejemplares a la mañana y a la tarde, sobre todo si el canillita era un niño que pretendía ir a la escuela. Los chicos se colgaban de la parte trasera de los tranvías para llegar más rápido al centro, y, con mercadería en mano, multiplicaban sus ventas a la salida del teatro o del cabaret.
Luego aparecieron los puestos callejeros fijos, cuya posta se disputaba a golpes de puño y arreglos con las autoridades policíacas, hasta que el entonces Secretario de Trabajo, Juan Domingo Perón, aconsejó a los proveedores de diarios que se sindicalizaran regularizando sus puestos de trabajo.
En 1902, tras dejar su cargo de escribiente de una dependencia policial de La Plata bajo las órdenes de Juan Vucetich, y viajar a Rosario, Florencio Sánchez comenzó a redactar en La República, flamante diario fundado por Lisandro de la Torre. Seguramente el nombre del diario le evocaba aquel otro voceado décadas atrás por los niños cuyas piernas huesudas quedaban al descubierto bajo sus pantaloncillos cortos; canillitas que no diferían en absoluto de los rosarinos que se desempeñaban como tales a diario en el hostil ámbito callejero. Así es que Sánchez decidió rendirles homenaje en una pequeña pieza teatral que escribió en sus ratos libres y que la compañía española de zarzuelas de Enrique Lloret llevó al escenario rosarino el 1º de octubre de 1902, interpretándola durante dos semanas a teatro lleno.
El tiempo quiso que fuera también en Santa Fe, esta vez en su ciudad capital, donde en el año 1929 se fundara la primera Escuela de Canillitas –en el Parque Escolar, actual Parque Alberdi–.
Al lograr el empresario Jerónimo Podestá en 1903 el éxito rotundo en Buenos Aires de otra obra de Sánchez, "M'hijo el dotor", el dramaturgo le propuso que en el próximo año se exhibiera "Canillita" al público porteño. Como entonces no existían niños actores, las figuras infantiles eran interpretadas por mujeres, por lo que se contrató a la incipiente actriz Blanca Podestá para el rol de canillita.

El Día del Canillita se fijó el 7 de noviembre de 1947, en memoria del fallecimiento de Florencio Sánchez acaecido en el año 1910.

Lic. Tamara Le Gorlois

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