Sobre la egrégora…

“Egrégor” (del griego “egregoroi”) significa velar, y se refiere también a la fuerza generada por la sumatoria de energías físicas, emocionales y mentales de dos o más personas reunidas bajo cualquier finalidad. El egrégor o la egrégora tiene origen átmico (del alma), dado que es creado por nuestros pensamientos, sentimientos y emociones, reaccionando acorde a ellos sobre nosotros. Es un ente primordial formado por un conjunto de almas en un Todo de sustancia mental o psíquica. Todo impulso vital o substancial que emerja de individuos o de comunidades, produce una reacción en el espacio que provoca la forma psíquica de un egrégor, que se establece alrededor de las personas, hogares, templos, instituciones, etc., poniendo en evidencia las condiciones y carácter de los mismos.
Eliphas Levi, escritor ocultista francés, identifica a los egrégores como príncipes de las almas.
Los antiguos consideraban a la egrégora un ser vivo con fuerza y voluntad propia, generado a partir de sus creadores o alimentadores, pero independiente de cada uno de ellos.
Rizardo da Camino, por su lado, define en su Diccionario Masónico al egrégor como un “Cuerpo Místico que se forma con sus propias peculiaridades, después de la apertura del Libro Sagrado, cuando todos se unen con las mentes para el acto de crear”.
En el plano racional, las egrégoras son formas psíquicas que fluyen de los estados de conciencia humana; un “ser psíquico” de carácter colectivo; un campo de influencia común, fluir sutil, invisible y elástico que ocupa espacios y que transmite energías creadas por un modo de pensar, de sentir o de actuar de las personas. Es un “ente” real, sensible y actuante, aunque imponderable; alma grupal, arquetipo que dirige el destino de la comunidad. Consolida lazos entre el individuo y el grupo integrando al primero a un registro del inconciente colectivo, sintonizando los corazones. Si algunas personas se reúnen y emiten vibraciones fuertes e idénticas por pensamientos de la misma naturaleza, formarán Uno por energía positiva o negativa, según sea el género de los pensamientos emitidos.
La egrégora se realimenta de las mismas emociones que la crearon, e induce a quienes la engendraron a producir repetidamente las mismas emociones. Las hay efímeras y permanentes, obedeciendo las primeras a impulsos psíquicos o estados de conciencia esporádicos y sin fuerza aglutinante; las permanentes son el resultado de la acumulación de materia psíquica de manera constante y permanente por efecto de los estados de conciencia habituales, ya sea de los individuos o de los grupos. Por ejemplo: una persona pesimista producirá un tipo de energía que por ley de afinidad se fijará a su alrededor y se ligará con personas y sitios que tengan su misma vibración. En definitiva, tendremos y aportaremos al Universo la energía que producimos o producen a nuestro derredor; seamos positivos y cuidemos con quiénes vibramos.


Lic. Tamara Le Gorlois 

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